Un libro endemoniado y una recomendación de-constructiva
Esto es un caso en defensa de las películas/libros que la sociedad considera como “malos”, “problemáticos” o “negativos”
Les abriré un huequito que dirige a un hoyo negro. Que entre el que esté preparado para perderse. Que no entre el que tenga miedo de encontrar una respuesta que no quiere.
Primera Parte:
Si llegaste hasta esta línea, ya no hay vuelta atrás. El libro “The Catcher in the Rye” por J.D Salinger inspiró a Mark David Chapman a asesinar a John Lennon. Ese mismo libro inspiró a Robert John Bardo a matar a la actriz Rebecca Schaeffer y como si fuese poco, inspiró a John W. Hinckley a intentar asesinar al entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan.
«Preventivamente le eché sal aquí para que nada malo se traduzca a nuestras vidas».
Si un solo libro ha logrado inspirar a tanta gente desquiciada, ¿por qué lo seguimos leyendo en las escuelas? ¿Por qué seguimos permitiendo que la gente lo lea? ¿No es acaso este libro un mal social y un peligro?
Para mí, la respuesta es sencilla; no sabemos leer. Como no sabemos leer, cometemos crímenes tan atroces en nombre del arte para escondernos de nuestra propia putrefacción. Como no sabemos leer, queremos enjuiciar el arte como si toda la evidencia que se necesita para entender su inocencia no estuviese contenida dentro de ella misma. Como no sabemos leer, queremos atribuirles significancia arbitraria a textos que, tal vez, ni siquiera son tan buenos o están tan bien escritos como para lograr disuadir al lector de hacer o dejar de hacer cosas.
En específico, no sabemos leer correctamente porque no sabemos practicar la libertad. El ejercicio de una lectura saludable requiere que, como lectores, entendamos lo que el texto nos quiere decir y no lo que queremos que el texto nos diga. Es decir, si dejamos al texto existir en libertad, sin amarrarlo a las cadenas de nuestras preconcepciones, podremos lograr una lectura verdaderamente auténtica. Pues como sociedad, ya no buscamos la libertad, buscamos no incomodarnos. Queremos fingir que comodidad y libertad son palabras simbióticas y mutuas cuando, en realidad, la libertad literaria no requiere de trámites en los que el lector la apruebe o desapruebe.
Segunda Parte:
«Protegernos del mundo nos vuelve vulnerables al mundo».
Si alguna vez escuchaste a alguien diciendo que “tal película incita a la violencia” o que “tal película discrimina contra tal grupo de personas” y solo por eso no la viste, permitiste que otros decidieran sobre lo que puedes o no ver. Más allá de lo conflictivo que puede resultar el tomar decisiones en base a la opinión de otros sin haber experimentado el sujeto en cuestión por nosotros mismos; resulta aún más peligroso porque, si no consumimos arte controversial, no vamos a entender el porqué es catalogada como controversial. De más está decir que una acusación sin evidencia carece de seriedad, Pero aun así no carece de peso porque hoy en día, con una opinión infundada basta para que se multiplique cual Gremlin mojado.
Con poscón en mano, tus dulces favoritos, las notificaciones apagadas y cortinas cerradas, te invito a ver todo aquello que te dijeron era “malo” “problemático” “indoctrinación” etc. Tal vez descubras cuán malo en realidad sí es, pero tal vez descubras que es malo por otras razones que no son las que te decían. Lo importante es que, sea cual sea la conclusión a la que llegues, te pertenezca SOLAMENTE A TÍ.
No me malentiendan, a veces estas confrontaciones con nuestras propias preconcepciones no son fáciles de realizar, pero por eso es necesario rodearnos de personas que también estén en esa búsqueda de reformular su mundo una película, un libro, una canción a la vez.
Si quieres formar parte de una comunidad que esta en esa búsqueda constante, te recomiendo que veas el podcast, Nifú NiFá:
Para mí, la solución es la siguiente:
Reúnanse con sus amigos y hagan mini “parties” en donde discutan sus proyectos. Hablen sobre sus metas, sus sueños. Hablen sobre temas incómodos, sobre esas cosas que nos enseñaron a no hablar. Construyan una red de apoyo que más allá de salir a janguear y beber juntos, puedan construir juntos. Quizás tengan intereses en común y ya no tienes que realizar tu proyecto solo. Quizás te des cuenta de cuán pobre es tu conexión con ellos. En fin, creen comunidad y no le crean todo a estos gurús del emprendimiento que se empeñan en hablar sobre el humano como si fuese una máquina rígida que solo puede conseguir éxito verdadero si lo hace individualmente.
Les dejo con el tema del primer mini “party”;
¿Cual es tú receta para lograr sentirte/ser libre?
Vayan, piérdanse y dejen que el arte los encuentre con ustedes mismos.
Jarelys Nahara